Pagar por los
crímenes que otros han cometido
Por
Manuel NÚÑEZ Asencio
¿Qué traerá
consigo el dialogo de Juana Méndez
continuado, postreramente, en Jimani? Del diálogo no pueden esperarse milagros. Porque se ha
propuesto un objetivo absurdo. Sepultar la verdad con rodeos y
vaguedades. Confrontar nuestras convicciones con lo irracional. Entonces el diálogo
descarrila; cae en la excentricidad y en la incomunicación. Volver a recuperar
la sensatez resulta casi imposible. Examinemos el punto de partida. Ponerse de
acuerdo con los haitianos para echar por tierra la Sentencia 168/13 del
Tribunal Constitucional, y al mismo tiempo engañar a la opinión pública
dominicana, disolviendo la información en noticias nebulosas, que salieran
prontamente de las primeras planas.
Los haitianos, por su parte, se han valido de un monstruo de dos cabezas. En las
conversaciones muestran una cara amable, hacen promesas fantasiosas y declaraciones elogiosas. Tras
bastidores, muestran su verdadera cara; mandan a sus aliados a echarle leña al fuego, a no bajar la guardia ni a darle una tregua de respiro a los dominicanos. Lo han hecho en Jamaica,
en el CARICOM, en Venezuela, en Cuba y lo acaban de hacer en EE UU.
En cualquier caso, cada uno de los interlocutores conoce
la circunstancia interna de su país.
El Gobierno dominicano sabe, perfectamente, que para complacer las
peticiones, totalmente infundadas de los haitianos, tiene que quebrantar la Constitución
de la Republica. En La Habana,
el Presidente Medina, lo ha recordado dramáticamente. No puede enfrentar el poder judicial sin exponerse a un
juicio político (art. 3, 4,6 de la
Constitución). Tampoco puede contravenir la Ley de Migración ni reemplazar al
Estado haitiano, otorgándole documentación a extranjeros irregulares. Sin
embargo, el Gobierno ha hecho concesiones desproporcionadas para cualquier país.
Se ha colocado al margen de la ley y la Constitución con el decreto 327/13. Los haitianos, que habían logrado esa
victoria, querían una capitulación total y a las claras. En la reunión del
CELAC, al Presidente Medina le
entregaron un discurso envenenado. En la pieza, redactada por gente de su entorno, se le pedía perdón a los haitianos y se hacía un
acto de contrición. Una capitulación.
Una autentica emboscada El objetivo era derrotar a un
poder del Estado, el Poder Judicial, en un foro internacional. Es decir, que el Presidente
dominicano se convirtiera en instrumento del intervencionismo internacional,
para humillar a la nación entera. Pero, ya se sabe, les salió el tiro por la culata. Esta vez
la manipulación, disfrazada de humanismo, fue desenmascarada a tiempo.
Nueva vez, los haitianos reanudaron sus operaciones de
hostilidad en los foros internacionales. Martelly vuela hacia Washington en visita oficial de cuatro días para entrevistarse con Obama, con
Biden, con el Departamento de Estado y con el Secretario General de la OEA (4-8
de febrero). A todos les pidió mantener la presión sobre nuestro país. Mientras
el dialogo en Jimani discurre
entre fuegos de artificio. Se incluyen las comisiones de
empresarios, a los cuales se les entretiene con un rosario de promesas
que el Gobierno haitiano ni puede ni va a cumplir. Porque el Gobierno
Martelly-Lamothe carece de legitimidad para refrendar acuerdos internacionales.
Cualquier conclusión a la que se llegue en Jimani tendrá la permanencia de una firma realizada
en papel mojado. La guerra entre
el poder legislativo y el poder ejecutivo en Haití anularía cualquier decisión internacional tomada por
Martelly. Eso lo saben todas las embajadas, incluso los chinos de Bonao. Menos
los empresarios dominicanos que
aun creen en la diplomacia del encanto y del donjuanismo. Irán por lana, y
saldrán trasquilados.
El Congreso haitiano se compone de treinta senadores. De esos hay que elegir 20 senadores.
Las elecciones legislativas llevan
un retraso de tres años. En la
actualidad, el Congreso ha de estar en funciones con unos 10 senadores. De los
cuales Martelly solo cuenta, en puridad, con tres. No se ha fijado fecha para elegir
a los miembros del Congreso ni
para elegir a los alcaldes y regidores.
La situación permanece
paralizada porque, una vez se restablezca las competencias del Congreso
en suspenso por las maquiavélicas artimañas de Martelly, se van a desconocer
todos los compromisos a los que se haya llegado. Y a los que queden atrapados
por la marrullería del señor Martelly, santa pascuas. Habrán desfilado en el
salón de los pasos perdidos. Lo de
Martelly, Lamothe, Casimir es puro teatro. Falsedad desengañada, estudiado
simulacro.
La fabricación de un monstruo
internacional
Poco antes de
la promulgación de la Sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional, la
Presidencia de Martelly se
enfrentaba a protestas sulfurosas que pedían su dimisión a tambor batiente. El
Presidente desaparecía. Se iba de viaje. Hacia mutis por el foro. .Acorralado, por su incompetencia para darle solución
a los problemas de los haitianos; por su incapacidad para proveer de servicios
de salud, educación, seguridad, empleos a su población; paralizado, por sus conflictos con el Poder Legislativo y con una Justicia que le pisaba los talones;
desacreditado, por haber sido
incapaz de poner en marcha la maquinaria del Estado, el dúo Martelly-Lamothe, el dúo tek kale; los cabezas rapadas, se
encontraban al borde del abismo. Los donantes de fondos, que son los que cortan
el bacalao, pidieron que no siguiese gobernando por decreto.
En esos momentos, con el agua al cuello, hallaron la fórmula para salvar la cara. Se inventaron un
enemigo imaginario, el Tribunal Constitucional dominicano. La batalla contra
los dominicanos cohesionaba al pueblo haitiano. Ponía en sordina a la oposición
interna. Centraba toda la política del Gobierno haitiano en las relaciones
internacionales, y movilizaba a una porción de la sociedad civil dominicana, peones
de la intervención internacional, para ya operaba como la quinta columna de los
intereses haitianos.
De
esa cáfila de traidores han nacido estereotipos y ultrajes al país que han sido
empleados por Martelly en su campaña de descrédito contra la República
Dominicana. Al llamarnos “genocidas civiles”,”violadores de los
derechos humanos”, “partidarios de una política de apartheid” etcétera, el
Gobierno haitiano sólo ha tenido que citar las palabras de los traidores, de
las ONG pro haitianas y de los que promueven la implantación haitiana en la República Dominicana.
La acusación mayor a nuestro país
Ante el CARICOM, ante el UNASUR, ante los países
del ALBA, ante la Unión Europea y ante todos los organismos internacionales y
Gobiernos del continente, la Cancillería haitiana, las ONG pro haitianas y los
peones dominicanos del intervencionismo internacional, han llevado la
banderilla de lucha contra el Tribunal Constitucional dominicano. Se
fundamentan en tres grandes mentiras.
1. La tesis central de que miles de haitianos han
sido despojados de la nacionalidad
por la Sentencia 168/13. Calculan
una proporción de más de 250.000 personas. La Junta Central Electoral, tras
haber realizado un exhaustivo inventario de todas las personas, hijas de padres
extranjeros, sin residencia regular en el país y declarados como dominicanos,
semejante al caso de la señora Deguis Pierre, estableció que, alrededor de unas 14.000 personas, descendientes de
haitianos, establecidos irregularmente en el país, se hallaban legalmente
registradas como dominicanos, sin la documentación legal de los padres. ¿De dónde,
pues, han extraído sus datos el Centro Bonó, Amnistía Internacional, la Cancillería haitiana y los
periodistas que acusan al Estado dominicano? ¿Cuáles son los registros
oficiales que fundamentan la mentira de las 250.000 personas afectadas por la
Sentencia 168/13?.
2. Es igualmente falso que la Republica Dominicana
tenga estándares constitucionales que contravengan las normas internacionales. En 160 países del mundo, de una
proporción de 190 Estados, las personas que penetren ilegalmente en esos territorios, no se benefician del
derecho de nacionalidad por nacimiento (jus solis). Entre esos países se halla la emblemática Sudáfrica y, oh
sorpresa, el Estado de Haití que, en ningún caso, les otorga nacionalidad a los
hijos de extranjeros nacidos en su territorio. ¿Por qué las exigencias y las acusaciones que se le hacen al Estado dominicano no
se aplican a otros países del
mundo que tienen una legislación semejante a la dominicana?
No hay razones para hablar de apatridia, ya que a los descendientes
de haitianos, sin importar su condición migratoria, les corresponde la nacionalidad haitiana. A menos que se
quiera privar a los descendientes de haitianos de la nacionalidad de sus
padres. Es decir, privarlos del derecho de filiación.
3.
Uno de los argumentos empleados por estos
grupos es proclamar que el Estado
dominicano ha dotado de nacionalidad a personas indocumentadas o no residentes.
Que esa condición implicaba un derecho irrevocable. Cuando un funcionario o un
empleado del Estado otorga un privilegio contraviniendo el status
constitucional, cuando prevarica en el ejercicio de sus funciones, los
resultados de esa maniobra no pueden ser exhibidos como muestra de un acto
constitucional. La prevaricación
de un empleado o funcionario del Estado no es un acto legal. Es un delito
sancionado por la Constitución y las leyes. Sus resultados no pueden tener
consecuencias legales.
En las elecciones haitianas del 8 de abril del 2011, de una población
electoral que debería ya rondar los 6 millones de personas, sufragaron 1.061.089 personas. De esa
proporción, Martelly obtuvo 716.986 votos. Según los viejos censos y cálculos del Consejo
Electoral Provisional (CEP), el sufragio debió ejercerlo más de 4 millones de
haitianos, a los que debería haberse dotado de documentación. Lo cual quiere
decir que Martelly fue electo con el 25% de participación electoral. Pero si profundizamos, y penetramos más
hondamente extendiendo el sufragio a todos los que tendrían mayoría de edad en
el 2011, es decir, a una población semejante a la nuestra, la elección en que
resultó electo Martelly fue validada por solo el 16% de la población. Históricamente,
el Estado haitiano ha privado a su población de documentación, de sus derechos políticos,
del acceso a la justicia, a la educación, de la libertad de circulación y de
sus derechos económicos, etcétera. Toda esa montaña de problemas los haitianos
quieren traspasársela a los dominicanos con la complicidad de los traidores,
del Centro Bonó y sus apéndices y de las ONG pro haitianas radicadas en el país.
¿Cómo es posible que ante esa privación de los derechos de los
haitianos en su propio Estado, ni Amnistía Internacional ni el Comisionado de
las Naciones Unidas ni la OEA se hayan
pronunciado? ¿Dónde están las voces del ACNUR, del Comisionado de Derechos
Humanos del CIDH ante la exclusión
de los derechos ciudadanos de los haitianos? ¿Es que la Corte Interamericana
todavía no se ha enterado de que en Haití hay millones de personas privadas del
derecho a la educación, a la identidad, a heredar, a ser propietario, a tener una cuenta bancaria, y a que se
les imparta Justicia y a existir como persona por carecer de
documentos? ¿Por qué no se ha
juzgado a ese Estado extorsionador, chantajista, violador, abusador, excluyente? ¿Por qué la UNICEF no denuncia a un Estado que no les
proporciona actas de nacimiento a sus niños? ¿Por qué tanta impunidad, tanta
complicidad con un individuo incompetente, que gobierna por decreto y que juzga
a los demás con la exigencia que
es incapaz de cumplir en su propio país?.
Definitivamente, Haití ha logrado
exportar sus problemas a nuestro país, con el apoyo de los traidores, con el cinismo
de la Comunidad Internacional, que sabe que el problema haitiano no es
responsabilidad, por más dialéctica que empleen, de la existencia de la República Dominicana. ¡No son
los dominicanos culpables de los crímenes civiles cometidos por el Estado haitiano!.
El Gobierno haitiano, las ONG han
llevado al Estado dominicano al banquillo de los acusados por crímenes y violaciones
que ellos han cometido. ¡Son ellos, los que han privado a más del 70% de su
población, a millones de personas de todos sus derechos! ¡Son ellos, los que al
privar a millones de niños haitianos de las actas de nacimiento, los han reducido a la muerte civil! Y
pretenden, ahora, que seamos
nosotros los que respondamos ante el mundo por el genocidio civil que ellos han
cometido.
Hasta ahora los dominicanos se han
limitado a interpretar de distintos modos las relaciones que mantiene la República
Dominicana con Haití. De lo que se trata ahora es de salvar a la República
Dominicana del naufragio haitiano y de evitar que desaparezca de la tierra el
esfuerzo de todas las generaciones que han muerto defendiendo nuestra soberanía
y nuestra independencia.
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2 comentarios:
Hablo como un dominicano, hablo con el alma, me identifico 100% con su comentario, Grracias Manuel por ser un dominicano verdadero, no un lacayo
Gracias Manuel Nunez
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