Después de Cornudo, Apaleado
Por
Manuel Núñez
En Managua, en la reunión de los Presidentes,
organizada por PetroCaribe, la
delegación haitiana solicitó reunirse con el Presidente Medina. Se trató de una
conversación surrealista. Cada uno de los presidentes habló de cosas distintas,
como si se tratara de dos monólogos. De
poco sirvieron los traductores. Lo único que quedó claro de ese
encuentro es que nada estaba claro.
Al igual que en otras ocasiones, se convoca a nuestro Presidente para
darle un concierto de palabrerías vacías. Los haitianos han sustituido la
auténtica diplomacia con el ejercicio de la comunicación. Al parecer, los
dominicanos se entretienen con esas paparruchas. A los haitianos, poco les
cuesta mentir, fabular e inventarse situaciones extravagantes.
Pero, en esta ocasión, las cosas desbordaron
el teatro.
Tras haberse burlado de los dominicanos, llega
el garrotazo. En Managua, el Presidente Martelly reiteró la causa por la cual
se había producido la prohibición
a los productos dominicanos. El señor Martelly proclamó que esa decisión se fundaba en razones sanitarias,
para proteger la salud de los haitianos. La propaganda anti dominicana de los haitianos
produjo efectos inmediatos. En Venezuela, Simón Leal, Presidente de las Pymes
avícolas, rechazó la posibilidad de que los pollos y los huevos dominicanos
pudieran ser exportados a Venezuela por la presencia de la gripe aviar en
nuestras granjas. La
irresponsabilidad haitiana no tiene límites. Las declaraciones oficiosas de los
haitianos han provocado perjuicios innegables:
1) La asociación de tour operadores de turismo
del país se vio obligada a distribuir la certificación de la OPS que demuestra
que la Republica Dominicana se halla libre de dicho flagelo. Pero los riesgos de cancelaciones masivas de operaciones
turísticas aun no se han disipado. En la reunión de Managua volvieron a
reavivarse. La Presidenta de OPETUR, Elisabeth Tovar, que había realizados
acuerdos para compartir el pastel turístico con Haití, tras haber admitido a
Cabo Haitiano en la ruta de nuestro cruceros, y planeaba incluirlo como parte del multi destino
de nuestras operaciones aéreas. En protesta por los ultrajes que le han
ocasionado la declaración haitiana, los tour operadores dominicanos, decidieron
anular sine die el recibimiento de
la Ministra de Turismo de Haití, Stephanie Villedrouin;
2. Hace una semana, Víctor Abreu, representante de las
asociaciones de productores avícolas, declaró a la prensa internacional, que el
sector había perdido 140 millones de pesos;
3. Pero, ay, las cosas no concluyen ahí. La
próxima víctima será el mercado del cemento dominicano. Según el economista haitiano, Kesner Pharel, Haití
importa de Republica Dominicana unos dos millones de toneladas de cemento.
Varios articulistas de la gran
prensa haitiana, han reclamado que el cemento corra la misma suerte que los
pollos. Todo es cuestión de tiempo. En algún momento, cuando los socios de
Haití logren ponerse de acuerdo, entrara con todo su ímpetu el rodillo
haitiano. En comparación con la pérdida del mercado de los pollos y los huevos, la probable perdida del mercado
del cemento, parecerá gigantesca.
Así va nuestro desafortunado país. Después de
cornudo, apaleado.
En uno de los relatos del Patranuelo de Juan
Timoneda se cuenta la historia de una mujer que tenía relaciones de alcoba con
su criado. Para evitar la desconfianza del esposo cornudo, la mujer se inventa
una artimaña. Le dice al marido
que su criado la persigue y que la ha citado en el patio a cierta hora de la
noche. Convence al marido para que se vista con su ropa y así descubrir al
osado amante. El pobre marido pasó la noche entera, en el patio, disfrazado de
mujer, esperando al criado. Éste no apareció porque estaba con su esposa.
Cuando los dos amantes acabaron su diversión, el criado se vistió, cogió un
palo y se bajó al patio. Cómplice de la infiel esposa, el criado apaleó al
marido disfrazado, diciendo que una esposa adúltera merecía ese escarmiento y
que lo hacía porque él era un fiel criado. De modo que el esposo resultó
cornudo y apaleado, pero contento, porque (a juzgar por los golpes que había
recibido) su criado era muy fiel y jamás permitiría que su esposa se enredase
con nadie.
Nunca estuvo mejor dicha la frase: después de cornudo,
apaleado. Haití despachó a tres ministros dominicanos que fueron por lana y
regresaron trasquilados, despachó a
los diplomáticos y funcionarios dominicanos que, a veces, se creen
donjuanes capaces de fascinar a todo el mundo. Y todavía podemos considerarnos afortunados de que no nos haya acusado de malos
tratos ante un Gobierno internacional. ¡Vaya suerte la nuestra!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario