De una
catástrofe a otra.
El informe de Paul Collier
Por Manuel NÙÑEZ Asencio
En el
2009, Sir Paul Collier, profesor
de la Universidad de Oxford,
Director del Grupo de Investigación para el Desarrollo del Banco Mundial
y, según Foreing Policy, una de las
lumbreras del
pensamiento económico, elaboró un informe para la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) sobre la situación de Haití. De este modo, se dio a
conocer el informe Haití: front natural catastrophes
to Economy security. Report for Secretary General of the United Nations , 2009.
Paul Collier |
Al momento de encomendarle a uno de los grandes expertos de la
economía del subdesarrollo, que reflexionara sobre la circunstancia haitiana, la situación de Haití era, sobradamente, trágica. Se vivían las fatales consecuencias de la decisión de
suprimir al Ejército, promovida por el Presidente Bill Clinton. el país
había naufragado en el caos y en
la inseguridad generalizada. No había un polo de autoridad. Entonces, con el agua al cuello, Estados Unidos bajo el manto de las
Naciones, lleva a cabo una intervención, en el 2004, en dos vertientes:
· Una vertiente militar, apoyada por
resoluciones de las Naciones
Unidas le dio a la MINUSTAH el monopolio de la
violencia, en un país zarandeado por pobladas y bandas . Los objetivos de la Misión era
desarmar a la población civil y evitar los enfrentamientos entre bandas
armadas; proteger a los organismos
internacionales y a
los funcionarios del Gobierno y propiciar el ejercicio de elecciones libres, el surgimiento de un Gobierno legítimo
y responsable. Se cumplen ya diez años. No se vislumbra cuándo podría
producirse la desocupación, La decisión de Clintón metió a la ONU en un
atolladero.
· Una vertiente
económica, que entró en vigor con la Ley HOPE II que tenía como objetivo
convertir a Haití en un segundo Bangladesh. La ley aprobada por el Congreso
estadounidense le daba a las
empresas instaladas en Haití el derecho a exportar sin cuotas, sin límites,
confecciones textiles a los Estados Unidos.
Todas esas medidas
se enfrentaron, sin embargo, con
el choque externo del 2008: los ciclones que redujeron a escombros una
proporción considerables de las infraestructuras. La recesión mundial cortó
brutalmente sus remesas externas.
Es en ese
momento, cuando el Secretario
General de la ONU le encomienda al economista Paul Collier un informe para orientar sus políticas. La pregunta
que se le hace a esta eminencia gris es la siguiente: ¿Es posible sacar a la
República de Haití del estado de atraso, de involución y de miseria en el que ha vivido en todo el siglo XX
y XXI? Una primera constatación.
En Haití el Producto Interno Bruto
(PIB) disminuye incesantemente desde hace cuarenta años. La ayuda
internacional, MINUSTAH, para evitar que el país naufrague en la guerra civil y
en el desorden; y la HOPE II, para que se produzca una cierta prosperidad
económica, han tenido resultados mediocres e inestables.
La propuesta de Collier se centra en una
estrategia económica apoyada por los donantes de la comunidad internacional, por la inversión nacional y extranjera y por el Parlamento
haitiano. Una plataforma que se anteponga
a la seguridad militar y a la seguridad política. La pregunta a la cual quiere responder
Paul Collier es, ¿cómo establecer un
proyecto de nación que cree empleos, que restablezca los servicios básicos, la
seguridad alimentaria y que evite la tremenda degradación del medio ambiente
que le amputa el porvenir a ese país?
Prioridades en el informe
Desde luego es un
objetivo extremadamente modesto e insuficiente. Collier estableció unas 12 prioridades en su informe.
1.
Un programa de
masiva creación de empleos centrados en la reconstrucción del país y en las zonas francas;
2.
Crear vínculos obligatorios entre la construcción de las
infraestructuras y el mantenimiento.
3.
La habilitación
de trabajos por turnos;
4.
Liberar el mercado de la electricidad privada para
inversión y centrar la producción
en los polos de desarrollo
escogidos.
5.
Eximir las restricciones de producción de electricidad a los
productores de las zonas francas , con disposiciones que permitan que puedan
vender fuera del mercado asignado. Establecer un marco jurídico que le permita
crear confianza en el monto de las
tarifas entre vendedores y compradores.
6.
Establecer un sistema de seguridad en la compra de las tierras donde se halla establecidas las
zonas francas, de manera que los títulos del catastro no sean impugnados; que
se restablezca el derecho de propiedad.
7.
Implantar nuevas infraestructuras para dar
servicio a las zonas francas creadas
8.
Confiar los servicios de aduanas a empresas
privadas, que pongan punto final al chantaje de los funcionarios;
9.
Crear nuevos puertos privados que establezcan
tarifas transparentes e impiden la extorsión de los funcionarios.
10.
Crear una oficina del Estado para prestación
de servicios independiente para desarrollar los servicios básicos suministrados por las ONG y los grupos
privados, de manera que los costos y la calidad de los servicios pueda ser
mejorada.
11.
Aumentar la productividad agrícola y detener el proceso repentino de aumentos de precios, que
amenazan la seguridad alimentaria.
12.
Promover la reforestación mediante la creación
de incentivos, un sistema claro de la propiedad de la tierra, prohibición y
persecución del uso del carbón vegetal
y subvenciones al uso del gas propano.
Unas conclusiones mediocres
Todas
las previsiones realizadas por Paul Collier quedaron olvidadas al año
siguiente, tras el terremoto del 10 de enero del 2010. A la catástrofe que ya
existía se añadió otra de grandes proporciones. Todos los edificios oficiales, incluyendo el Palacio de
Gobierno, quedaron desmantelados. Una catástrofe de 200.000 muertos, seguida de
varios ciclones e inundaciones devastadoras al año siguiente, de un brote de
cólera con un cortejo de miles de muertos. A pesar de estas circunstancias
dramáticas el problema de ese país no debe enfocarse como una crisis
humanitaria, ni visualizarse como
un déficit democrático, que pudiera quedar solucionado con la implantación de
un Gobierno legítimo, con apoyo popular, pueda afrontar los grandes problemas
de ese país. Ni la ONU ni Paul
Collier han dado pie con bola. Lo
que se impone es fundar un Estado, allí donde la mala gobernanza, el
asistencialismo, el parasitismo político, ha hecho desaparecer al Estado.
Exportar el desastre
Los factores positivos
identificados por el economista británico Paul Collier: proximidad con Estados
Unidos, vecindad inmediata con una nación próspera y pacífica, la República
Dominicana, en lugar constituir un
estímulo para superar su condición de Estado fallido y de nación desorientada, tal como había previsto el economista, podría, en cambio,
exportar a todos sus vecinos las fatales consecuencias de su hundimiento:
aumento del narcotráfico, del crimen organizado, de la emigración ilegal y de
las crisis humanitarias.
Todas estas
circunstancias, han lanzado a los haitianos sobre nuestro país. Si no se tienen
hospitales, si no se tienen empleos, ni escuelas ni infraestructuras en lugar
de dedicarse con paciencia, con entusiasmo y patriotismo a construirlos, el Gobierno haitiano considera que debe arrebatárselos a los
dominicanos.
En
esa operación de saqueo, la República Dominicana ya está gastando el 30% de
todo su presupuesto de salud; el país ha entrado en una alocada carrera de
préstamos para enfrentar la falta de empleos para los dominicanos; los gastos
sociales se han disparado. Las conquistas sociales de todas las generaciones
del pasado son saqueadas brutalmente
por el desplazamiento del vecino, que trata, por todos los medios posibles,
de involucrar a los dominicanos en la solución de un problema extra territorial
y extra nacional, que trata – con chantajes de todo tipo --- de provocar el fin
del Estado nación, y los dominicanos que sólo tienen esta patria, tal como lo
hemos hecho en un pasado lleno de
gloria, no vamos a permitírselos.
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