El Camino Malo
Por Manuel NÙÑEZ Asencio
La historia es un cementerio de inventos fracasados,
de ilusiones perdidas y de ideas estúpidas cuya
aplicación
han hecho
sufrir a los pueblos que les han permitido
a políticos
traidores jugar con su porvenir.
¿Es la fusión
de los dos Estados que comparten la isla de Santo Domingo una idea revolucionaria y progresista?
Durante años una porción
pequeña pero influyente de políticos
creyó en los remedios milagrosos de las ideologías. Los dominicanos nunca confiaron, y lo demuestran las
encuestas electorales, en esos vendedores de milagros, picos de
oro que les prometieron una falaz redención con ideas
políticas y abstracciones que ya
no tienen adeptos y con
revoluciones fabulosas que ya movilizan a
nadie.
En un mundo
globalizado, penetrado por las alianzas de los bloques económicos y en la vecindad de Estados Unidos, la única
ambición política que no ha sido reducida a escombros, es la
nación. Que la República
Dominicana pueda preservar su soberanía, su independencia y darle continuidad
al Estado fundado en 1844, que es
la realidad que defienden a capa y espada más de 160 Estados
independientes del mundo.
Todos los que han creado un proyecto
revolucionario lo han hecho en nombre del pasado. En Nicaragua, los
revolucionarios que derrocaron la dictadura de Somoza volvieron a los ideales
de Augusto César Sandino. En Cuba,
Fidel Castro y los doce barbudos que bajaron de la Sierra Maestra para
implantar un régimen revolucionario reivindicaron los ideales del
apóstol José Martí y los grandes episodios de su
independencia. El
Subcomandante Marcos y los
guerrilleros de San Cristóbal de Las Casas se proclaman como herederos de Emiliano Zapata y de sus
gloriosos guerreros. En ningún
caso, los revolucionarios del
continente han renunciado al patriotismo. En ningún caso, se han propuesto
implantar una dominación extranjera.
En
lugar de defender la Independencia nacional, el cambio que nos propone el conciliábulo de fuerzas
extranjeras, las ONG pro haitianas
y sus peones dominicanos, es un salto al vacío. No es una revolución, sino un
retroceso. No es la entrada en una resurrección, en una era de progresos, sino
la entrada en capilla ardiente. Se nos propone una idealización del régimen
opresivo contra el cual lucharon Juan Pablo Duarte y los trinitarios. Se nos plantea una balcanización
política y cultural. La aplicación
del decreto 327/13, de la
Ley 169/14 y del decreto 250/14 de Reglamento de la Ley quebrantando la Constitución, la Ley de
Migración 248/04 y todas normas jurídicas establecidas, es la maquinaria jurídica que terminará traspasándole los problemas
haitianos a la República Dominicana.
Durante
un tiempo, el presidente se mantuvo viviendo en la ambigüedad calculada. Ninguno de los aliados
podía establecer cuáles eran sus verdaderas convicciones. Su objetivo era
darles la razón a todos. A la Constitución de la República y a los que la
combaten. Al Tribunal
constitucional
y a sus enemigos jurados. A los compañeros de batalla que le han acompañado
en su llegada al poder, y a los antiguos adversarios, que han penetrado en
entorno para manipularlo. En una primera etapa, se entregó a la indecisión
plena, en secreto, se preparaba el
zarpazo. No es verdad que el tiempo, curará heridas cada vez más profundas y,
que la voluntad de un jefe de Estado pueda y deba suplantar a las
instituciones, que los abogados verbosos, a fuerza de retorcer la realidad,
puedan legalizar todas las diabluras y sobre todo, no es verdad que la historia
no tenga carácter trágico. No es verdad
que por enarbolar ideales, que suponen la liquidación de
nuestras formas de vida, los traidores tengan una superioridad moral sobre los
dominicanos que defienden su
patria, amenazada como nunca antes en toda su historia.
Danilo Medina Sánchez |
Aquellos
que han ignorado olímpicamente al pueblo dominicano, deberían recordar las
palabras que escribiera Juan Bosch sobre las revoluciones:
“Una revolución se
hace para beneficiar al pueblo, no para
castigarlo, y el pueblo tiene que estar
convencido de eso o no la apoya, porque nadie da su respaldo a lo va hacerle daño.
Los verdaderos revolucionarios se distinguen por su enorme amor al pueblo, no
por el tono colérico de sus discursos y proclamas ni por la violencia de sus
hechos”.
Juan Bosch |
¿ Qué
tipo de progreso traerán consigo unas maniobras jurídicas que les entregarán oficialmente, sin cuotas , los empleos
de la agricultura, de la construcción, los trabajos informales a una mano de
obra extranjera? ¿ Por que han excluido a todos esos dominicanos, víctimas de
la suplantación, del proyecto nacional?¿Cuál es el porvenir que hay detrás
de la supresión de la independencia nacional, del abandono
de la continuidad del Estado y del respeto a la Constitución? ¿ por qué le han dado la espalda, a
principios incuestionables, como la autodeterminación de los pueblos, la
separación de los poderes ? El
pueblo dominicano se enfrenta a la mudanza de una nación colapsada, sin horizontes, sin rumbo político. Una
nación que intenta salvarse a
expensas de la cohesión nacional de los dominicanos.
La historia
es un cementerio de inventos fracasados, de ilusiones perdidas y de ideas estúpidas
cuya aplicación han hecho sufrir a
los pueblos que les han permitido a políticos traidores jugar con su porvenir.
Lo
prioritario para el Gobierno no es el pueblo dominicano, sino la población
haitiana, a la que ha prometido
entregarle la documentación pagada con el presupuesto nacional. En los
consulado del país, los hijos de
dominicanos deben pagar sumas que pueden alcanzar incluso los 500 dólares para obtener
un acta de nacimiento. Para los haitianos ilegales, el papeleo le saldrá
totalmente gratis. De manera que la destrucción de nuestra sociedad, la desaparición
de la cohesión que tiene necesariamente que existir entre las élites económicas,
el mando político, la clase media y el pueblo en general, será financiada con
nuestro propio dinero. Los haitianos obtendrán en República Dominicana lo que
ni siquiera le otorga su país , papeles gratis. A los políticos hay que evaluarlos no por las mentiras que
nos cuentan, sino por las medidas que toman. Sin dudas estas medidas demuestran
la preferencia por los haitianos que tiene el mando político, actitud que
se ha transformado en desprecio
por los dominicanos. A los que se les despoja de los mecanismos de
supervivencia, a los que se obliga a inscribir en el Registro Civil al que va a
suplantarlo. A los que se les somete a las más grande de las humillaciones: ser
tratados como extranjeros por sus propias autoridades.
La República
Dominicana se encuentra en una encrucijada de dos caminos.
Por el
camino malo, se llega a la desnacionalización masiva del empleo a manos de una inmigración masiva e
ilegal procedente de una nación destruida; se llega a la desaparición de la frontera , que protegen la
unidad de la nación; a la
importación masiva de enfermedades del país más insalubre del continente; al
aumento del narcotráfico, la prostitución, la delincuencia, la falta de
oportunidades ; la destrucción de la unidad nacional; la desaparición de todos
los progresos acumulados por todas las generaciones pasadas. Más enfermedades, más desempleo, más
analfabetismo.. Por el camino malo se llega a la importación de todos los problemas
de Haití y a la anulación de la Independencia Nacional.
Por el
camino bueno, sólo puede llegarse
con la construcción de un amurallado fronterizo, un corredor productivo
binacional, que estimule las fuerzas alicaídas de una sociedad de asistidos sociales, que implique la
recuperación del 21% del territorio nacional que representan nuestras
provincias fronterizas. Un sueño que nos devuelva simbólicamente la idea nación,
de territorio y que centre el esfuerzo nacional en nuestra patria. Porque nosotros
no podemos vivir sin la República Dominicana, y no vamos a permitir que desaparezca en el naufragio sin nombre del vecino. Por el camino bueno se
le pone punto final a la dominación extranjera; se le restituyen los empleos a
los dominicanos, fundado el estricto cumplimiento de la Ley; evitamos que
nuestros parques nacionales sean carbonizados por las necesidades de las
poblaciones depredadoras; por el camino bueno hacemos cumplir la Sentencia
168/13 que establece, que los descendientes de extranjeros no residentes, tal
como ocurre en toda América, desde México hasta Chile, no les corresponde la
nacionalidad dominicana. Por el camino bueno restablecemos la autoridad del
Estado, el respeto de las instituciones, de la Constitución y las leyes, la
responsabilidad del Gobierno de respetar el patrimonio de toda una nación. Por
el camino bueno se crearán empleos
para los dominicanos en las grandes inversiones públicas, en la agricultura y
en el sector informal. Se recuperará el rumbo político de la nación. Por el camino bueno podremos
soñar con la felicidad, el bienestar, la tranquilidad, la independencia y los
progresos del pueblo dominicano.
Necesariamente, para sobrevivir
los dominicanos tendrán que abandonar el camino malo. La suplantación de la
sociedad dominicana por un invento
binacional, abusando de la indefensión del pueblo, no es la llegada de un
radiante sueño, de nuevas esperanzas, sino la implantación de una pesadilla.
Los políticos y los empresarios
podrán, si lo desean tener una nacionalidad de aeropuerto; pero el pueblo dominicano sólo tiene esta
patria, es su única propiedad, y esta obligado a defenderla como lo ha hecho
siempre. El 20 de octubre de 1884, Martí le escribía estas palabras al General
Máximo Gómez:
Respetar a un pueblo que nos ama y
espera de nosotros, es la mayor grandeza. Servirse de sus dolores y entusiasmos
en provecho propio, sería la mayor ignominia.
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