Resistiendo, como en Numancia
Resistiré erguido frente a todos
Me volveré
de hierro para endurecer la piel
Soportaré
los golpes y jamás me rendiré
Y aunque
los sueños se me rompan en pedazos,
Resistiré,
resistiré
(Vieja
Canción del Dúo Dinámico)
Por Manuel NÚÑEZ Asencio
De
todas las resistencias heroicas que registra la historiografía, la más
espectacular, fue la de la ciudad Numancia hace más de dos mil años. Escipión el africano utilizó todos los
medios para rendirla, arrasarla y anexionarla a Roma. La resistencia numantina
es la madre de todas las resistencias. Numancia nunca se dio por vencido. Cervantes, el inolvidable e inmenso
Cervantes, cuenta en su obra teatral La Numancia los pormenores
de esa gesta celtíbera. Nuestra
Numancia, la caja de caudales de todo lo que nos es hermoso, es la nacionalidad dominicana. Cuando
una nación y un Estado perviven en la promiscuidad territorial como ocurre en
el nuestro, lo que mantiene su sentido histórico es la frontera jurídica.
El
cerco que le han tendido a la Junta Central Electoral para corromper sus
registros ha convertido la institución en el principal campo de batalla. Se propusieron desacreditarla creándole
instituciones paralelas. Planearon echar por el suelo la reputación de sus
magistrados, valiéndose de escudos humanos, para extorsionarla, empleando una
cruzadas de periodistas, jesuitas, de traidores, marionetas de la estrategia
del Departamento de Estado. El cerco,
sin embargo, ha encontrado una
resistencia ejemplar. Ningún país del continente enfrenta una conjura de
semejante dimensiones. La propia Junta Central Electoral fue penetrada por un
representante de Bruto encargado de darle la puñalada trapera al Presidente del organismo. Se
pretendía mediante esta intervención en sus manejos internos, tomar el mando; ponerla al servicio de “la sociedad civil”. No
a todos les queda claro, qué es lo que está en juego; la mayoría no logra ver
cuál es la madre del cordero.
¿Qué
es la nacionalidad?
La
nacionalidad es un contrato entre el individuo y el Estado. Ambos se vinculan
por obligaciones: el Estado nos concede derechos; el individuo se obliga a
lealtad y fidelidad; y, a su vez,
es acreedor de protección diplomática y de responsabilidad en la educación,
en la salud, en la seguridad, en el trabajo y en las leyes por parte del Estado. Pero ambos se
necesitan y se complementan. Estas relaciones entre individuo y Estado se
producen en un territorio, sobre el que se despliega la autodeterminación.
Otorgar la nacionalidad es dominio reservado del Estado. El ejercicio de los derechos y de los deberes
se realiza en ese coto cerrado.
Compete
a cada Estado defender a sus nacionales. Corresponde a cada
individuo defender al Estado que lo representa. Uno y otro Estado e
individuo se les reconoce la
facultad personalísima de establecer cuál es su base demográfica, sin
interferencias extranjeras.
Para
reconocerse como parte de un Estado, el individuo se concibe como porción de
una sociedad. Se considera poseído
de su historia. Se siente parte de una comunidad de lengua, cultura, costumbres,
modo de vida; recuerdos, territorio.
Se halla vinculado con
otras personas por enlaces consanguíneos, vínculos maritales. Vuelve los ojos,
y reconoce en el otro sus propios recuerdos; la historia que han vivido juntos.
La
identidad que nos define y nos caracteriza se bosqueja en la estructura de toda
la sociedad. Viene del pasado. Se proyecta al porvenir como un pozo de
creencias compartidas; valores y
acuerdos que nos penetran. Todo lo
que somos se despliega en la comunidad. Esa es la nación. Su presencia se
vuelve ceremonia: himno, patria, bandera, conmemoración nacional, efemérides,
próceres. A todo eso debemos lealtad.
Batalla en la frontera jurídica
Para
proteger lo que somos como dominicanos --carácter nacional, identidad, idiosincrasia----
de todas las amenazas presentes hemos tenido que fundar un Estado. Sin la
presencia de ese Estado perderíamos
el derecho a tener gobierno
propio. Perderíamos el derecho a amar nuestras cosas: lengua, cultura,
comunidad, historia, y a legarle a nuestros descendientes el territorio y la
patria de la cual formamos parte.
No hay ninguna razón superior que lleve a un Gobierno a traicionar la
Constitución y las leyes del Estado.
El desafío de ser dominicano se enfrenta
con la desnacionalización, apoyada por un conciliábulo de fuerzas. El colapso y
las frustraciones de la nación haitiana han lanzado sobre nosotros, sin
consideraciones de ningún tipo, comunidades enteras, dispuestas a liquidar las
reglas de la sociedad en la que vivimos. Se trata de una colonización que no se
desprende del país vecino, sino que lo reproduce. No les interesa radicarse,
ser residentes; sino arrebatarnos la capacidad de autodeterminación. Que la
comunidad internacional les dé a ellos los mecanismos de decisión en el territorio dominicano. El ideario de los que promueven esta
implantación es vaciar la
nacionalidad de su contenido. Que
los derechos nacionales se traspasen a extranjeros que nos desprecian, queman
nuestras banderas, nos denuncian en todos los foros, y quieren transferirnos el
grueso de todas sus desgracias.
Entre los propios responsables del poder, se habla de darle una solución
humanitaria a la guerra sin cuartel que han desatado contra la Junta Central
Electoral. ¿Qué tipo de humanismo es éste, que nos despoja de los empleos, que
consume los servicios de salud de nuestro pueblo, que nos arranca recursos de
la educación, que hace más precaria nuestras vidas, y que se apoya en las ONG, en la Comunidad Internacional y en
la mentira, para arrebatarnos lo único que nos queda, que es la condición de
dominicanos?
Ya se
ha producido la ocupación del territorio por parte de una población que,
mediante el fraude, las incursiones furtivas, la corrupción de las autoridades,
se ha introducido en nuestro país. El segundo paso, es despedazar la frontera
jurídica.
Todos
los esfuerzos se dirigen a la conquista de esa Numancia que constituye la Junta
Central Electoral.
Compete
a la Junta Central Electoral ser la institución depositaria de las partidas de
nacimiento, documento de la filiación sucesoral, del derecho de familia y del
acceso a la nacionalidad por origen y por jus
solis, conforme a las prescripciones de la Constitución y las leyes de
extranjería
El organismo de la Junta Central Electoral
ha sido brutalmente embestido.
1.
Las descalificaciones
vertidas contra la JCE ante los organismos internacionales: Fundación Kennedy,
Amnistía Internacional, Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDIH), para,
que se le otorgue la nacionalidad dominicana a los hijos de extranjeros
haitianos que se hallan en la condición de no residentes, se mantienen en el
candelero.
2.
El año pasado nacieron en los
hospitales dominicanos 52.000 haitianos, hijos de extranjeros no residentes. Circunstancia verdaderamente
insólita, que, amparada en realidades humanitarias, se ha ido prolongando en el
tiempo. Los nacidos en los hospitales son inscritos en el libro de extranjería;
pero las organizaciones que viven de la miseria de los haitianos, lo emplean
como coartada para desmantelar las fronteras jurídicas del Estado dominicano.
3.
Miles de reclamaciones han
sido fraguadas por el Movimiento por un Registro Civil sin Discriminación (Reconocido).
Esta organización, apéndice del Centro Bonó, apoyada financieramente por el
USAID y OXFAM, dispone de publicaciones; ha realizado documentales de
propaganda; tiene oficinas y un
programa permanente de ataque internacional y nacional a los propósitos y a la
existencia de la propia Junta Central Electoral. Sobre todo, trata de evitar
que JCE aplique una depuración de
un registro civil corrompido por los fraudes, las suplantaciones y las
declaraciones tardías. En definitiva, se opone al combate a las mafias que habían
expedido miles de actas de nacimiento.
4.
Una porción de los extranjeros, dotados irregularmente con
documentos de identidad dominicanos y con nombres falsos, ha proclamado ante los organismos
internacionales que les han privado de sus derechos a portar como verdadera una
cédula de identidad y electoral falsa, obtenida por malas artes.
5.
En otros casos, los fraudes
se originan, con el soborno y la extorsión de los propios empleados y funcionarios
de la JCE: oficialías civiles
presionadas por los mentideros de los jesuitas, sonsacadas por las ONG,
sometidas al acoso y al chantaje.
6.
El Gobierno haitiano priva a
sus nacionales y a sus descendientes de los documentos de nacionalidad; los
despoja del ejercicio de sus derechos. Pero las reclamaciones y las
presiones del Departamento de Estado, de las ONG y
de la Cancillería haitiana se hacen a la República Dominicana para que desmonte
su frontera jurídica, y les otorgue la documentación que el Estado haitiano les
niega.
7.
Las operaciones fraudulentas
conectadas con esta inmigración mueven grandes volúmenes de estafas. Si
examinamos los últimos años, las vulneraciones son abundantísimas: a) en el
2001 se desmanteló la banda que expedía actas de nacimiento en Barahona (El Nacional 2/3/2001); en el 2002 se
deshabilitaron dos bandas, una en noviembre (Diario Libre, 9/11/2002) y otra en diciembre (Hoy, 15/12/2002). En los años siguientes se produjeron detenciones
de varios haitianos con grandes alijos de cédulas y actas de nacimiento; los
propios visados de ingresos al país eran, igualmente, falsificados por una
pandilla que operaba en Puerto Príncipe. En el 2005, la Oficialía Civil de
Santo Domingo ordenó la retención de 22.000 actas de nacimiento tardías (Diario Libre, 29/3/2005).
Posteriormente,
una exhaustiva investigación arrojó que había un grupo dirigido desde dentro de
la Junta que, en alianza con una subdirectora de migración, habían expedido
miles de cédulas a ciudadanos haitianos y
a narcotraficantes. De este modo, se habían implantado cientos de
suplantaciones de identidad; fraudes asombrosos. En el 2007, fueron
desmantelados los departamentos de Registros Electoral y Cedulación (Diario Libre, 1/3/2007).
Poco después fueron
desarticuladas las gavillas mafiosas de Hato Mayor (2007), de Valverde Mao (2007), de Baní (2008),
San Pedro de Macorís (2008).
Estas
demoledoras maquinaciones casi desintegran el registro civil. Poco a poco, se
reconstruyó, con medidas no siempre acertadas como aquella de permitir la declaración de los padres
sin documentación, amparados en testigos, resultado de una oleada de ataques
nacionales e internacionales. Pero las demandas de los ilegales que ha servido
de caldo de cultivo de todas estas embestidas de documentaciones fraudulentas han
continuado.
En
el 2011, se descubre, una nueva formas del delito. Mujeres dominicanas
declarando como hijos a niños haitianos. Hubo casos verdaderamente pintorescos.
Una de esas mujeres declaró a más de cincuentas hijos. El sacerdote belga
Pierre Ruquoy, famoso por su insolencia, por su falta de escrúpulos, por su desprecio por la verdad y su violencia anti dominicana,
declaró a más de 120 personas como
hijos suyos. Toda esa siniestra
maquinación pudo llevarla a cabo con el auxilio de las ONG que se ocupan de
esta población. El sacerdote haitiano Vigny Bellerive, amparado en la inmunidad
que le procura la sotana y la complicidad del obispo de Valverde, Tomás Abreu Herrera, según consta en documento
emitido por la comunidad, montó una oficialía civil en Mao, y declaró a 87
haitianos como dominicanos, con la cédula 21.475, serie 34, perteneciente a
Dominga Díaz Hernández. Si esto no es terrorismo, ¿qué es, entonces, un acto de terrorismo?
Resulta
sorprendente que la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos) se ponga al servicio de la estrategia de
los grupos, que, con mecanismos cada vez más audaces, se proponen anular el registro civil
dominicano
A todas esas maniobras ha sobrevivido la Presidencia de
Roberto Rosario, a las puñaladas traperas orquestadas en el propio consistorio
de jueces; a las intrigas florentinas fabricadas por lobos, que llevan trajes
de cordero; a las conspiraciones de francotiradores, ocultos en las redacciones
de los periódicos y a las emboscadas y las intrigas que, en algún momento, le
fueron tendidas para barrerlo de la Junta Central Electoral, dejándolo
completamente desacreditado.
Ha sido ésa la tarea de los que promueven el fraude en el registro civil, de las ONG, instrumento de los agentes extranjeros , e incluso de los diplomáticos haitianos
radicados en el país, que han
tenido la cachaza y la desfachatez
de pedirle a las autoridades la cabeza de este funcionario
Afortunadamente, a esos enemigos descarados, y a los
solapados, que, son los más peligrosos, se les peló la quiniela. Fueron por
lana, y quedaron trasquilados.
Ante las maquinaciones y las tormentas políticas
sólo queda aferrarse como un poseso a la Constitución.
Resistir, sin
miedo; que los asaltantes no puedan
abrir la caja fuerte. Por esa tenacidad, por esa entereza, sobrevivió la
invencible ciudad de Numancia, al más implacable cerco que hasta entonces había
conocido la historia.
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