El comportamiento de los
agentes extranjeros y sus embajadores
Por Manuel NÚÑEZ Asencio*
Si
malo resulta para el país, que los representantes extranjeros se apandillen con
grupos políticos o que sean llamados por la “sociedad civil”
para meterse en nuestros asuntos internos; peor es
que los extranjeros conviertan a los dominicanos en instrumento de otro Estado.
Sobre todo cuando manejan fondos como ocurre con los programas de la USAID, la
Unión Europea, OXFAM y otras
organizaciones que operan a través de reputadas instituciones dominicanas:
iglesia, universidades, asociaciones etcétera.
El presidente Joaquín Balaguer y Peña Gómez |
En gran medida, el
descrédito internacional del que somos víctimas y las imposiciones que
acorralan al Estado dominicano,
han sido concebidas y capitaneadas por extranjeros que hemos convertidos
en jefe de grupos, o por
dominicanos que obran como empleados de Gobiernos extranjeros. Manda quien
corta el bacalao. Es un intervencionismo con máscaras dominicanas. Ya no hacen
falta los groseros embajadores representados en la película El americano feo, protagonizada por Marlon Brando. Ahora nos sobran títeres
nacionales que sirven con una lealtad perruna a los propósitos de otros
Estados. Bueno sería que un chorro de luz esclareciera el escenario.
En el 2011, se publicaron “las memorias” del embajador John W.
Graham, mediador de la OEA, en la crisis electoral de 1994.
Su misión en aquel
punto y hora fue un fracaso. No logró lo que se propuso que era sacaral
Presidente Balaguer por el ojal de la chaqueta fuera del Palacio. Menos mal,
porque de haber logrado esa hazaña, le hubieran sobrado adulones para exaltarlo
al Panteón Nacional. El procónsul de Canadá y Estados Unidos tuvo, finalmente,
que enterrar su lengua aguardentosa, insultante y mandona en una zona del
cuerpo donde no se pone el Sol, y donde, para su desgracia, abundan los vapores
nauseabundos.
John W. Graham |
La única virtud de
este prohombre era la capacidad de chantaje y de extorsión de su Gobierno. Sus notas, convertidas ahora en
palabras de evangelio por sus promotores dominicanos, eran las opiniones de un
individuo, que, en los días de trabajo, a cualquier hora del día no podía,
pasar, con éxito, un examen de alcoholemia.
¡Son tan numerosos los
casos de desatino! En los últimos tiempos, el más resonante fue el de doña
Valerie Julliand, representante del Programa de Naciones Unidas (PNUD) en el
país.
No voy a referirme a
la forma totalmente desproporcionada como trató a los reputados profesionales
dominicanos que trabajaron en la
oficina del PNUD bajo sus órdenes. Podría con ello llenar un prontuario ejemplar de lo que es lo que es una
depredadora moral, emocional y psicológica. Con su despotismo nada ilustrado,
quiso aniquilar la autoestima y echar por el suelo el valer de personas que
desde todos los puntos de vista, sobre todo, del académico, la superan
sobradamente, ¡Y vaya si la superan! la señora Julliand, camaleónica siempre,
se presentaba indistintamente como representante ante la República Dominicana
y, a veces, ante Haití (estas últimas funciones no las tenía, eran parte de su
temperamento transcendido). En tal sentido, hizo varios pronunciamientos muy
sensibles contra la República Dominicana, el país ante el cual, en nombre de
Naciones Unidas, se ejercía su programa de cooperación.
1.
Uso el PNUD (¡ay!, me pregunto dónde estaban sus
supervisores) para solicitar una amnistía para los haitianos que
ingresan ilegalmente en el país, y demandó un proceso de regularización masivo e inmediato. Ese
dictamen cayó en baúl de las declaraciones necias. Porque, afortunadamente, aquí
no gobierna la MINUSTAH ni mandan los funcionarios de la ONU. De lo contrario,
lo dicho por doña Valerie hubiera ido a misa.
2.
Acuso urbi et orbi a la República Dominicana de practicar el racismo. Esa
declaración grandilocuente fue empleada por las ONG para documentar sus
estereotipos y sus luchas contra
nuestro Estado. Para salvarnos del juicio severo de esta señora había que
otorgarle la nacionalidad dominicana a todos esos damnificados llegados de
Haití. Llevó a cabo una intensísima campaña de culpabilización colectiva, de
maltrato psicológico ni país que no conoció treguas ni desmayos.
Con la señora Julliand, la
capacidad de aguante de nuestras autoridades no tuvo límites. Uno podía
encontrarse continuamente con este personaje franqueando las fronteras de las
atribuciones de su misión en el país, burlándose de nuestra Constitución y de
nuestras leyes que prohíben expresamente a estos representantes inmiscuirse en
los asuntos que son dominio reservado del Estado, y opinando de todo,
enmendando planas y dando palizas verbales a troche y moche, dando consejos de
cómo gobernar, y hasta ¡increíble! Se dedicaba a intrigar, metida en los
cotilleos sociales.
Y,
nosotros nos preguntamos:
¿Habrán olvidado las autoridades de que se
trata de una simple empleada de la ONU, que los supuestos beneficios de su
misión no nos obligan a estas humillaciones?. Ni siquiera los haitianos que
viven de la ayuda internacional actúan con tanta indolencia. Al contrario,
suelen exhibir una valoración muy por encima de sus posibilidades. Y nosotros
solemos premiar a estos desconsiderados, colocándole la otra mejilla. El único
momento memorable de la misión Julliand en el país fue naturalmente su
despedida.
Valerie Julliand, condecorada por el caciller Carlos Morales |
Después de habernos
desacreditado internacionalmente, después de haberle dado lecciones de buena
gobernanza a cada uno de los funcionarios, después haber amonestado a las
autoridades del país del cual es huésped, estas mismas autoridades condecoraron
a este personaje de tan triste recordación (¡hay que tener estómago!). El Estado
dominicano disponía para tan infausta ocasión, de muchas órdenes la de
Cristóbal Colón, la de Isabel la Católica, la del mérito y otras tantas que
hubieran podido satisfacer la egolatría de la señora Julliand y, ojo al Cristo,
para mantener a esta irrespetuosa señora
en el servicio internacional. La selección no pudo ser peor. Otorgarle
la orden de los Padres de la Patria a esta funcionaria que tan malos servicios
nos hizo y tanto nos ultrajó fue como echarles margaritas a los cerdos. Creo,
después de ese trago amargo, que entre nosotros, prevalece un déficit de amor
propio, una falta de autoestima, un afán de autoengaño, del cual se aprovechan
los extranjeros y se siguen aprovechando.
Algún día llegará el turno del
ofendido. Espero que no sea demasiado tarde. Examinemos ahora la actuación del
flamante Fritz Cineas, embajador de Haití.
Aun
cuando suele presentarse con piel de cordero, Cineas es un viejo lobo de la
diplomacia haitiana. Su carrera
comenzó hace ya más de
medio siglo, como secretario privado del sanguinario Papa Doc. En aquel
momento, se le vinculaba a los funestos Tontons Macoutes. Para 1960, ya se
había recibido de médico en México. Llegó a convertirse en uno de los
hombres claves de la dictadura de
los Duvalier. Mas que un diplomático es un maestro del cinismo y de la
simulación. Le hemos aceptado un comportamiento absolutamente irregular. Suele
presentarse a cualquier
oficina del Estado, como el Mauricio Babilonia de Cien Años de Soledad, sin comunicarlo antes a la Cancillería
y sin ningún protocolo. Se mueve como un pez en aguas turbias. Al parecer, el carnet de embajador del país
más pobre del continente es un salvoconducto para que esas insolencias les sean
aceptadas. Todos los mandobles que nos propina su Gobierno suele amortiguarlos
con una palabrería hueca, y al mismo tiempo adulona y desde luego, mentirosa.
Sobre este personaje se podría escribir un libro. Voy a dar dos ejemplos
sencillos de su desconcertante comportamiento.
Francois "Papa Doc" Duvalier |
Cuando
se discutía la Constitución dominicana en el 2010 y la modificación del
artículo 11 sobre la nacionalidad, el flamante Cineas, después de haber
realizado algunas ridiculeces que le ahorro al lector, decidió mostrar su
desacuerdo retirándose del país, y dejando la embajada a cargo de un Ministro
Consejero. Era una manifestación de su protesta diplomática por no haber
influido como él quería en un asunto constitucional que sólo compete a los
dominicanos. En otra oportunidad (perdónenme la indiscreción) este trujamán de la verdad, le pidió al propio
Presidente de la República la cancelación del Director General de Migración
Licdo. José Ricardo Taveras, porque no lograba manipularlo como él quería.
Este señor solía presentarse muchas
mañanas, sin anunciarse previamente, sin comunicarlo a nadie del Gobierno, al
Despacho del Director de Migración, ha tomarse un café y ordenarle cómo debía
manejar los asuntos migratorios haitianos. Experto en hipocresía, extendía una
mano amable, con las uñas pintadas. Saludaba con un rostro fresco, sonriente, con el pelo teñido y en la otra mano,
llevaba escondida, la puñalada trapera. Mientras más elogiaba al Licdo. Taveras, más insistía, ante el Gobierno
para que el funcionario fuese removido. Al final obtuvo la respuesta, de donde
debía llegarle.
En las últimas semanas, hemos asistido a
sus grandes muestras de cinismo. La prohibición de exportaciones de plástico
fue rematada con una declaración hecha por don Fritz a la Agencia EFE y al
mundo. En la que este señor dice que Haití prohíbe los plásticos dominicanos
porque no son biodegradables. Porque contaminan el medio ambiente de los
haitianos. Esas habladurías, generaron muchos aplausos, entre las personas que
tenían preocupaciones ecológicas de cuyo movimiento casi se presenta como un
precursor. Recibir lecciones de
semejante personaje sólo es explicable por una gran dosis de flema inglesa y desvergüenza.
Se
trata del representante del país que más daño le ha hecho a su medio ambiente
en América, cuya deforestación alcanza al 98 % de su territorio, y ya penetra,
devastadoramente, en el nuestro; que carece de sistema de excretas, que apenas
recoge el 45% de la basura y que tiene unos sistema de agresividad al medio
ambiente que incapacitan a sus autoridades para dar lecciones de esta índole.
Hay que tener cachaza, sentido de la comedia, para hacer estas payasadas con
tanto aplomo.
Todo
ese tejemaneje no es más que una burda mentira. En una gran proporción nuestros
plásticos son biodegradables; se exportan a más de veintidós países y el plan
haitiano, consiste en arrodillar al comercio que exporta hacia Haití, para
luego, exigir un acuerdo migratorio. Dicho más claramente: que cambiemos la
soberanía nacional, que no tiene precio, por unos cuantos dólares. Espero que
este manipulador, chantajista de
marca mayor no sea despedido con una condecoración que no merece ni necesita.
* Manuel
NÚÑEZ Asencio: Poeta, ensayista e historiógrafo. Tiene una licenciatura en
Letras Modernas de la Universidad de París VII (Jussieu), una maestría en
Literatura General de la Universidad de París VIII (Saint-Denis) y un doctorado
en Lingüística y Literatura de esta última universidad. Enseñó literatura en la
Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ha sido columnista de los periódicos Hoy
y El Siglo y editor de la casa Editorial Santillana. Es considerado como uno de
los ensayistas nacionales más polémicos del momento. En 1990 obtuvo el Premio
Nacional de Ensayo con la obra "El ocaso de la nación Dominicana".
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