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Opiniones | |
Iniciaré precisando contradiciendo a diferentes voces incorrectamente edificadas cuando afirman que “Haití es un pueblo hermano del dominicano”; incorrecto, porque desde la firma del Tratado de Basilea, ciudad suiza, el 22-06-1795 mediante el cual España cedía a Francia la parte Este de La Española, Haití siempre ha pretendido ocuparnos, dominarnos y desvirtuar nuestra condición de país y nuestra nacionalidad. Los haitianos son nuestros vecinos, no hermanos.
En virtud de Basilea, otrora auriga devenido en prebostal del general Laveaux que gobernaba el oeste de La Española, Toussaint Louverture decidió con la venia de Laveaux, invadir nuestro territorio el 31-07-1801 por Bánica y Las Caobas. En virtud de Basilea, nos ocuparon entre 1822-1844. Veinte y dos años. El resto, luego de cuatro campañas (1844-1856) y 28 batallas, combates y escaramuzas, es conocido por todos, y todo ese esfuerzo gigantesco se ha contraído a una invasión pacífica, sin disparar un tiro, de dos millones de haitianos indocumentados que son una quintacolumna que amenaza desvanecer nuestra nacionalidad.
Fue en 1956 cuando el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo concertó con su homólogo haitiano Francois Duvalier (Papa Doc), el primer contrato de braceros haitianos, que existían en el país, pero pocos, luego de los repudiables episodios genocidas de entre el tres y cinco de octubre 1937 que eliminó entre tres mil a cinco mil haitianos, aunque El Jefe se empecinó en que dijeran que fueron 30 mil, con el planificado motivador del terror, que era uno de sus estilos.
El presidente Joaquín Balaguer formalizó con el mismo Papa Doc en 1972 una segunda tanda de braceros haitianos y así ha devenido la haitianización del país.
Ya no son braceros de la caña, sino en la construcción, serenos de edificios, colectores de café y cacao, mureadores de arrozales, fruteros, limpiabotas, orondos por el incumplimiento del Gobierno dominicano en no aplicar la Ley 85-04 que regula la política migratoria nacional. Un barril de pólvora, agravado por la inestabilidad política, sanitaria.
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